Zona Biker ahora es Territorio Biker / Secciones  / Brozz  / La otra cara del goce

La otra cara del goce

La otra cara del goce.

Asistir a un encuentro de motociclistas, no es siempre una experiencia de goce: viajes mamones, con carreras estresantes llevándole el paso a los campiones; largas paradas esperando a otros que se hacen los güevones; lluvia y más lluvia; Frío que te hace doler los nudillos, castañear los dientes y poner chiquitos los cojones; soles que derriten las llantas y la espalda; varadas, perdidas, pinchazos, paradas muchas para acomodar maletas y amarrar pulpos; hambre, sed, dolor en las rodillas y en el culo.

Ibague08 (118)_JPG

Al caer la tarde, de semáforo en semáforo en una ciudad que no conoces preguntar por donde coges para llegar al sitio del encuentro. Que pena te dice uno, no conozco; no sé no soy de aquí, te dice otro; me parece que es… te explica alguno rascándose la cabeza; sigue derecho hasta encontrar la avenida, volteas a la izquierda hasta la cincuenta, tomas la calle de las palmas y bajas por el puente de los sauces hasta la circunvalar, por ella subes tres cuadras hasta la glorieta y ahí, y ahí, preguntas, cualquiera te indica, te habla sin parar como si le estuviera explicando a su vecino, no se percata de tu cara de estupidez o asombro: ¿La cincuenta, La circunvalar, la glorieta, la glorieta? ¿donde quedará todo eso? . Ocupado en la carrera de observación a la que te ves sometido, ves otros motociclistas, crees que ellos también van para el mismo sitio, te les pegas hasta que, sorpresa, llegas a un hotel cinco estrellas donde encuentras muchas motos, te apeas y preguntas; nadie te contesta, te miran como bicho raro, al fin alguno para quitarse la molestia te dice: que pena pero no sé llegar, pregunta en recepción.

Si estas de buenas, a las siete u ocho de la noche vas llegando, al sitio de inscripción. Té bajas de la moto: te miras y la miras pareces una mala foto del un sobreviviente de Armero. Te diriges al sitio de inscripción y ves a varios motociclistas con todos los aperos, bañaitos, olorosos y Heineker en mano, sientes arena en la boca y tu garganta reseca se contrae, buscas a alguien conocido, pero nada, nadie te mira ni contesta, te sientes como cacorro en convención de ginecólogos, no hablas tal vez el mismo idioma, o te encuentras en otra dimensión, no te perciben. Te acercas a la barra y pides una cerveza, cuando la vas a pagar te dicen son doce mil, te acuerdas que en Calamar Guaviare o sea tres millas más debajo de la P.M. te las cobran a cinco mil. Buscas el punto de inscripción, te inscribes y preguntas por los de tu Club, nadie se ha registrado. Revisas la dirección del hotel y decides no sufrir más, paras un taxi y le dices que te marque el camino que tu le sigues y al final le pagas la carrera.

Rumba en la discoteca Babilonia.Al caer la noche cansado y agobiado, con un café en el buche, te encuentras hospedado en un hotel barato, planchando con sobijos una pinta que como uva pasa se niega a dejarse desarrugar y lucir en una caravana que citada a las diez, siendo las once aún no arranca.

Haciendo de tripas corazón y como buen novato que no se quiere perder nada, un rato después te encuentras en el punto de concentración ubicándote para correr de noche por una ciudad que no puede verte y admirarte como tu quisieras, porque ya duerme, gente que cuando se despierta alarmada solo atina a asomarse a la ventana a gritarnos: “ dejen dormir, hijos de puta”. Ya en caravana hacerle la suerte a un cabrón especialista en arrancones que se te cruza por la izquierda, por la derecha, que sale de atrás y va hasta la punta, en un loco rugir desafiando tus habilidades y cansancio. O al borracho que te engancha por el manilar hasta casi hacerte comer el pavimento.

Si no se te calienta la moto, se te acaba la batería o cualquier otro insuceso, llegas a la discoteca a eso de las doce: mamao, con ganas de nada más que de todo, sin embargo no vienes desde tan lejos para perderte algo, decides entrar, pero sorpresa, no puedes ingresar: Como buen novato, se te olvidó la manilla. Para otros la juerga termina bien avanzada la madrugada, que pena porque muy temprano continúan las diferentes actividades.

Durante tres días comes chatarra: dieta de: perro, hamburguesa, Cocacola y papas fritas, para suplir la mala o poca ofrecida por los organizadores, haces colas enormes que muchos no respetan para un pinche pedazo de carne, una aguafrijol, un platico de arroz con sabor a lechona de la cual podrás rescatar una gran garra para tapar el hueco que tenés en la cordal.

Ibague2007 (150)_jpgComprar y comprar, en el almacén agáchese o capó, que se instala a la salida de los paseos; de todo te antojas: de cachuchas de cuarenta mil que tu compañero compra en diez, polainas chiviadas, Chaps en los que después te das cuenta solo te cabe en las dos mangas una sola pierna, camisetas talla gordos y chiquitos pues así quedan cuando las lavas: anchas y corticas. Emblemas Harley de cinco mil, que después compras a quinientos. Pañoletas y baldanas para dejar en carretera a los bikers que te preceden y que recogen a patadas cuando se te caen. Lo importante es comprar maricadas para estar en la onda, para hacer colección de cosas que no usas pues aparecieron otras más raras y bonitas.

Programas iguales y aburridos: cuarto de milla a los que nadie se inscribe y en los que son una proeza terminar vivo y no matar un tonto o un perro; desfiles lentos y desorganizados en los que las motos se recalientan como para fritar huevos, despellejar los marranos que se inscriben o asar piernas y perniles de motociclista previo quemado de Chaps, bellitos y feitos; barrizales y lodazales escogidos para comprobar equilibrio y dominio de máquina o para embarrar la maquinita por la que abusivamente te acaban de cobrar veinte mil por levantarle los cromos y mancharle la pintura en el lavado. Discotecas exclusivas donde media de aguardiente, ron caña o cualquiera otro de los más baratos te cuesta cien mil.

Guayabos enormes que no respetan aquellos que joden en las mañanas, cuando gritan “desenganchen que nos vamos”. Si no le apuran los dejamos.

Continuará…

Enviado por: Edgard Acosta Restrepo – Halcones Villavicencio.

juanpmarvila

juanpmarvila@hotmail.com

3 Comments

  • fredy martinez ladino

    Responder 14 diciembre, 2012 10:02 am

    Mi estimado don Edgar, es totalmente cierto su comentario y todos los que vivimos este mundo de las motos tan especial,lo hemos vivido de una manera u otra, pero creo que de este tipo de dificultades y situaciones son las que nos hacen amar de manera tan especial nuestra aficion y lo que nos separa de los demas que para llevar una vida comoda conpran un carro para sacar a pasear a la familia y ser uno mas del moton, si no fuera por estas dificultades y anecdotas de que mas podriamos ablar en las reuniones del club en su casa los dias jueves en la noche.

  • pocho

    Responder 15 diciembre, 2012 11:43 am

    los encuentros un negocio donde ganan los organizadores y pierden los artistas. usted hace el show y debe pagar por eso. Por que paga? Paga por mostrar su pasion y gusto por las motos y por reunirse en un sitio con una mano de desconocidos que su moto adornan un garaje y que esconden su frustración en un estilo de vida temporal?

    El mejor encuentro 4 o 5 amigos en quienes confiar y que no te van a desamparar por que tu moto se pienche. Disfrute con estos amigos las fiestas de cualquier pueblo de cualquier muncipio, que hay muchas en este pais y con segurida ese paseo le sale mas barato y lo recordara con mayor gusto que los llamados encuentros.

    los mejores motocicistas ruedan solos o con su pareja y los que los hacen en grupo deberin pensar si el que va adelante o atras te ayudara si tu moto toma la desicion de no continuar.
    ” ni dios, ni bandera, mi moto una chica y la carretera”

  • jorge andres

    Responder 16 diciembre, 2012 1:01 pm

    esta opinión sobre los encuentros es verdadera mas para aquellos que son novatos en esto, como también se puede decir que esto hace parte de el amor por las motos de alto cilindraje, pero todo esto no me molesta tanto como aquellas personas que se ven en los encuentros que tienen la harley mas cromada llena de accesorios, que le dan un valor mayor a la moto o que la llevan en un remolque, no por que este varada, todo esto solo para que digan esa es la mejor moto, todo para que se llenen la boca diciendo que son harlystas, que ignorantes son, que mal están esas personas que tienen mucho dinero y que no saben que hacer con el y no tienen el amor por las motos como muchos lo tenemos, que en verdad si nos podemos llamar moteros, harlystas o biker y que estamos dispuestas a disfrutar todo esto que menciona en su valiosa opinión Edgard acosta, aunque en momentos se convierte en molestia, pero que nos encanta vivir para que quede en nuestras mentes como el recuerdo de aquello que amamos y que solo nosotros vivimos en nuestras motos.

Post a Comment

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.